jueves, 20 de septiembre de 2012

Ejército de un solo hombre.


Noche a noche había esperado ese momento, yo y mis ejércitos de palabras, reflejos de un ser desequilibrado y con hambre de respuestas. Ahí estabas finalmente, tu mirada contemplando hacia ningún lugar, irradiabas karma y belleza que paralizaba mis sentidos. Tome aire para atacarte con todo mi ejército sonoro que hacia lunas se encontraba esperando desembarcar en alguna de las playas de tu alma. Abrí la puerta lentamente…

En ese instante tuve en mi cabeza una horda rebelde de palabras todas. Sincronizadas y listas para salir, deseosas de encontrar su libertad en el viento, único motivo por el cual gozaban de mi creación. Solo querían ellas liberarse para tener un segundito de existencia fuera de la prisión cerebral que las enjaulaba.

Todas esperaban la oración adentro de mi alma para salirse y fluctuar en el hoy. Algunas estaban agrupadas con alegoría inocente, sonaban a ensamble de cuerdas infinitas. Mi mano gira la llave mientras, otras sonaban a lívidos golpes de tambor bajo la luna de las aguas grandes. Las había también de frío y distante sonido, filosas, distorsionadas en desafinación exacta, perdidas en algún polo de mi inconciencia. Las había que sonaban mediocres de sincero corazón y tímida ignorancia ante el humano luchando contra el animal.

Por la espina un sonido eléctrico me erizaba la piel mientras caminabas hacia la puerta.
Era el sonido de las palabras que venían pateando culos, con sus espadas afiladas con la crueldad de lo real, sus armaduras de excusas que nadie podía ignorar, sonaban imbatibles, intimidaban, sonaban como un volcán explotando y emanando ego.

De algún lugar entre mis costillas, brotaban unas palabras que apaciguaban a las que sonaban violentas, bombas de sinceridad que caían desde aviones con alas de ángel, fluían hacia el corazón como borboretas psicodélicas, sonido de la galaxia que llenaba de luz mi mente con tal sonido mágico y tan humano, asistiendo a las palabras heridas se alzaron como un imperio sonico ante mi alma…
En medio de la guerra que nunca salio de mi boca cruzaste la puerta y sin mirarme te fuiste.
Todas las palabras suenan en mi cabeza desde entonces.

Jorgito.

No hay comentarios: