El siguiente es un correo que llegó hoy. Una respuesta a un mail enviado hace aproximadamente 15 días. Si había algo que necesitaba el día de hoy, entre un día de promesas incumplidas, lugar de almuerzo cambiado por la mitad, sesión de grabación cortada de prepo, y el partir del único Kinoto que estaba creciendo, por parte de un cuidado irresponsable de un tercero, es, sin lugar a dudas, esto:
Antes que nada, una aposición.
Acabo de ver su mail. Pero esa es una
frase facilista, utilizada con vergüenza, a ver si me cree. No es
mentira, pero no es una gran excusa. Una gran excusa sería decir que me
han ofrecido, hace un mes, la dirección de La Cámpora: la amistad de
muchos, la enemistad de otros cuantos, la indiferencia de la mayoría.
Estuve un mes sin poder pensar en otra cosa debido al entrenamiento (no
te van a dar un puesto así sin un entrenamiento). Me llevaron -capucha
en el marote- a un descampado que, según me enteré después, quedaba no
lejos de Ezeiza. Hubo todo tipo de pruebas. No pude entender la utilidad
de varias de ellas. Algunas alegrías: pude conocer a la hija de la
presidenta, que no está mal y sabe de cine y ceba mates dulces con
diligencia, sin saltearse ni repetir. Algunas tristezas: me enteré de
que éramos dos los considerados para el puesto. El otro, un tal
Bermúdez, era menos avispado, a qué mentir, pero me ganó sin esfuerzo en
Enumeración de dignatarios orientales, Ceremonial y protocolo y Chancho
va. Long story short, Bermúdez ganó.
Bien, ésa es mi versión de una buena excusa. Claro, tiene la
inconveniencia de ser absolutamente falsa. Pero no sé, en este mundo que
cada día es más complejo y parece girar más rápido, en que las
relaciones interpersonales se distancian y se acercan y se rompen y se
estrechan vía Twitter; no sé, digo, qué alcanzará para que me perdone
por no haber respondido a su mail antes. De modo que le di dos opciones:
la excusa mala pero cierta, la mejor pero falsa. Acordará conmigo en
que hay ocasiones en las que lo digno es proponer una mentira trabajada
con amor, antes que una verdad rugosa, reseca y cruel. Bien, ésa es mi
historia de La Cámpora.
De más está decir que lamento que no nos hayado visto en esa
esguinzada semana (le regalo la hipálage). Nos veremos cuando desee. El
siguiente es fin de semana largo, aunque no necesito de extensiones ni
penínsulas para ver a mis amigos. Un abrazo. Y disculpe nuevamente la
tardanza.
Espero que el Sr. Ricci no se tome a mal el atrevimiento de haber hecho público un mail privado, en un blog que casi nadie lee.
1 comentario:
Ayer le dije en persona que había leído todo su blog. Mentí, pero sin saberlo. Me faltó todo Septiembre. Entre esos textos, éste, que me hace sonrojar...
Me alegra esto. "El humor es una cortesía", le gustaba repetir a Bioy Casares. Y uno intenta escribir epístolas, si bien con liviandad, con alguna gracia, que justifique su lectura. Un abrazo.
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