domingo, 7 de octubre de 2012

Untitled

Bajo del colectivo. Camino hasta la esquina, y al doblar, un chico de canguro a rayas encapuchado y zapatillas topper, dando vueltas en tambaleantes círculos con su bicicleta. Me mira, mis ojos nada dicen. Sigo caminando. 20 metros antes de la esquina, un chico de zapatillas topper y canguro a rayas encapuchado, pasa corriendo delante mío, desafiando una mirada que no corresponde. 3 cuadras, y la casa. 3 cuadras, y la lluvia. Cruzo Camargo, doblo en Pedraza, y un chico encapuchado con un canguro a rayas y zapatillas topper, dando tambaleantes vueltas en círculo con su bicicleta. Su rostro se estira hasta el mío, inmutable. Doblo en Salas, 50 metros antes de la esquina, veo un chico de zapatillas a rayas, y un canguro topper, encapuchado, corriendo hacia ningún lugar. Doblo en Cetrángolo. Una cuadra y la lluvia. Una cuadra y la cama. Ni bicicletas topper, ni canguros rayados corriendo un buzo de chico. La puerta. La cerradura. Deslizo suavemente la llave, la giro despacio, temiendo lo peor. Se escucha un chirrido suave y fugaz. Abro la puerta, y ahí están.
Un niño con un triciclo, zapatillas topper y buzo canguro a rayas encapuchado, persiguiendo a otro niño, encapuchado, con un buzo canguro a rayas y unas zapatillas topper, mirándome.

1 comentario:

Nicolás Ricci dijo...

Textos como éste me hacen extrañar la "Lugones". Esto debería ser leído. En las infinitas posibilidades que hay en el futuro (aunque en todas esté la muerte, como dice Heidegger), está la segunda etapa de aquélla mi revista. Este cuento -o relato, o prosa- está en la lista de cosas a publicar.
(Tanto a mi novia como a mí nos gustó.)

--
Yo también lo invito a mi blog, que actualicé no ha mucho.