El
silencio que queda entre dos palabras
no es el mismo silencio que
envuelve una cabeza cuando cae,
ni tampoco el que estampa la
presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del
viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio
tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es
distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que
callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han
enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la
única durable,
tal vez más que el lector.
Roberto Juarroz.
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